La producción de alimentos en entornos urbanos se presenta como una respuesta esencial y perspicaz a los desafíos alimentarios que enfrentan nuestras ciudades, las cuales están experimentando un crecimiento demográfico constante. Esta necesidad es especialmente crucial en comunidades vulnerables con bajos niveles socioeconómicos. Esta estrategia no solo garantiza el acceso a alimentos nutritivos en zonas urbanas densamente pobladas, sino que también desempeña un papel fundamental en fortalecer la seguridad alimentaria de estas comunidades.

Sin embargo, en las ciudades, los espacios disponibles suelen ser reducidos y los recursos limitados. Para superar y contrarrestar estas limitaciones, es esencial orientar la gestión de huertos urbanos hacia la máxima productividad. Este enfoque requiere una planificación meticulosa, la adopción de nuevas tecnologías, una siembra densa por metro cuadrado, la selección adecuada de cultivos, una óptima utilización de los recursos disponibles y la ejecución precisa de los procesos en los momentos oportunos, todo ello con el objetivo de lograr un alto nivel de producción.

Para alcanzar este objetivo, es de vital importancia aprovechar las nuevas técnicas y tecnologías de cultivo, incluyendo:

  1. Considerar la mayor cantidad de plantas que pueden caber en un pie cuadrado. Técnica que genera una parcela muy densa con mayor eficiencia de espacio, con mayor control malezas, mejor retención de humedad. Ver más acá.
  2. Parcelas de cultivo elevadas de buena profundidad para que las raices puedan desarrollarse lo más vertical posible sin interferir entre ellas.
  3. Establecer un vivero con sistema de riego automatizado para asegurar la germinación y el desarrollo adecuado de un gran número de plántulas, un paso crítico en el proceso y fundamental para lograr una alta producción.
  4. Seleccionar semillas orgánicas de alta calidad y alta producción durante todo el año, cuidadosamente elegidas para garantizar un rendimiento óptimo. Entre estas se incluyen acelga, lechuga, espinaca, albahaca, vainita, rábano, remolacha, zanahoria, cebolla, ajo y nabo.
  5. Utilizar herramientas que permitan realizar siembras y trasplantes rápidos y efectivos.
  6. Aprovechar los residuos orgánicos a través del compostaje para enriquecer el suelo y fomentar la salud del ecosistema.
  7. Producir fertilizantes orgánicos de forma autónoma mediante la elaboración de compuestos biológicos a partir de residuos orgánicos, conocidos como bioles.
  8. Criar lombrices californianas como una fuente adicional de ingresos y un excelente nutriente para las plantas debido a su alto valor nutricional, integrándolas al suelo.

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